1
Esta tarde me envuelve la música.
Me siento infinita y clara.
Agradecida y caradura.
Fresca y risueña.
Feliz y obscena.
2
Me gustaría compartir este ratico con el resto del mundo. Invitaría a mi casa a todos mis amigos en este preciso momento. Les serviría cócteles afrodisíacos y pondría cualquiera de Jobim, de Vinicius, de Toquinho, a toda hostia. Bailaríamos embriagados, sin hablar, escuchando, sintiendo, con los ojos entornados.
3
Wave. Me he levantado de la cama tarareándola, casi gritándola. Que nada ni nadie me baje este subidón con lavadoras de fondo, con granizado casero de café descafeinado y leche supermegamerengada.
4
Tiendo a asociar la plenitud de determinados momentos con el sexo. Cuando me siento así de feliz me follaría a mi hombre, a mi queridísimo amigo Jose y a mi detestable archienemigo Miguel. A los tres a la vez y por separado. Luego de dos en dos. Hoy tendríamos banda sonora brasileña, por supuesto. Y nos besaríamos y abrazaríamos, dejándonos mecer por las ondas y los efectos del alcohol en dosis justas. Luego pediría un deseo con tantas fuerzas que por cojones se haría realidad. Y de repente, por arte de magia, aparecería Chico Buarque de Holanda, con 35 años, en pelotas, con su guitarra, sentado en el banco morado de mi dormitorio.
5
Aplausos.
Esta tarde me envuelve la música.
Me siento infinita y clara.
Agradecida y caradura.
Fresca y risueña.
Feliz y obscena.
2
Me gustaría compartir este ratico con el resto del mundo. Invitaría a mi casa a todos mis amigos en este preciso momento. Les serviría cócteles afrodisíacos y pondría cualquiera de Jobim, de Vinicius, de Toquinho, a toda hostia. Bailaríamos embriagados, sin hablar, escuchando, sintiendo, con los ojos entornados.
3
Wave. Me he levantado de la cama tarareándola, casi gritándola. Que nada ni nadie me baje este subidón con lavadoras de fondo, con granizado casero de café descafeinado y leche supermegamerengada.
4
Tiendo a asociar la plenitud de determinados momentos con el sexo. Cuando me siento así de feliz me follaría a mi hombre, a mi queridísimo amigo Jose y a mi detestable archienemigo Miguel. A los tres a la vez y por separado. Luego de dos en dos. Hoy tendríamos banda sonora brasileña, por supuesto. Y nos besaríamos y abrazaríamos, dejándonos mecer por las ondas y los efectos del alcohol en dosis justas. Luego pediría un deseo con tantas fuerzas que por cojones se haría realidad. Y de repente, por arte de magia, aparecería Chico Buarque de Holanda, con 35 años, en pelotas, con su guitarra, sentado en el banco morado de mi dormitorio.
5
Aplausos.
plas plas plas plas!
ResponderEliminar:D
ResponderEliminarME gusta tu estilo, nena.
ResponderEliminarDecíamos ayer...
ResponderEliminargracias, anónim@.
ResponderEliminarjubi, qué decíamos?
Pues que seguimos en las cien calles. Siete en bilbo.
ResponderEliminar