28/6/09

Desafinando un rato

Delirios nocturnos. Andrés Calamaro está desnudo, en el extremo derecho de la barra, cantando una de "Honestidad brutal" con un sombrero rojo con cuernos como única indumentaria. La gente del bar va a su bola, bebe, baila, habla, besa. La pareja protagonista se quiere mucho esa noche.

Mojácar. Una casita encalada arriba, con patio interior y azotea de estrellas, vistas al mar, buganvillas, hamaca, una pequeña fuente de circuito cerrado, un gato libre pero vacunado, una cocina americana, cama enorme con mosquitera, mi perra ganduleando, lámparas árabes, velas, hierbabuena fresca, hielo en el congelador, muchos libros pendientes, mucho sexo por venir, mil abrazos por recibir, carcajadas, confianza.

Strange, I've seen that face before. Pero ya no es lo mismo, darling. Algo ha cambiado. Yo he cambiado. Soy más lista que tú. Y mi corazón es de verdad.

Cine de verano. Ayer empezamos la temporada, con nuestros bocatas, nuestra mininevera repleta de cervezas fresquísimas, las pipas, los frutos secos, las golosinas, y dos películas. La infame e insultante "Transformers 2" y la sorprendente y amena "Star Trek" (a pesar del capitán Kirk y su ladrillo-cabeza).

Aguas de Marzo

23/6/09

Wave

1
Esta tarde me envuelve la música.
Me siento infinita y clara.
Agradecida y caradura.
Fresca y risueña.
Feliz y obscena.

2
Me gustaría compartir este ratico con el resto del mundo. Invitaría a mi casa a todos mis amigos en este preciso momento. Les serviría cócteles afrodisíacos y pondría cualquiera de Jobim, de Vinicius, de Toquinho, a toda hostia. Bailaríamos embriagados, sin hablar, escuchando, sintiendo, con los ojos entornados.

3
Wave. Me he levantado de la cama tarareándola, casi gritándola. Que nada ni nadie me baje este subidón con lavadoras de fondo, con granizado casero de café descafeinado y leche supermegamerengada.

4
Tiendo a asociar la plenitud de determinados momentos con el sexo. Cuando me siento así de feliz me follaría a mi hombre, a mi queridísimo amigo Jose y a mi detestable archienemigo Miguel. A los tres a la vez y por separado. Luego de dos en dos. Hoy tendríamos banda sonora brasileña, por supuesto. Y nos besaríamos y abrazaríamos, dejándonos mecer por las ondas y los efectos del alcohol en dosis justas. Luego pediría un deseo con tantas fuerzas que por cojones se haría realidad. Y de repente, por arte de magia, aparecería Chico Buarque de Holanda, con 35 años, en pelotas, con su guitarra, sentado en el banco morado de mi dormitorio.

5
Aplausos.

Esta noche

Me sigue haciendo mucha gracia que antes de acostarnos bajes las persianas del salón "por si llueve", eres optimista hasta para eso. Me chifla el verde de tus ojos, la simetría de tu cara, tu expresión de niño, tu boca grande, tus pestañas infinitas, tu pelo rizado. Me gusta que me folles como el viernes, como el sábado, como ayer. Me pirro por tu ensaladilla rusa, es la más rica que he probado jamás. Envidio tu afán de superación, tu pasión por el deporte, tu espíritu luchador, tu nobleza, tu honestidad, tu pureza. Imagino a nuestros hijos con tus virtudes y mis orejas.

Me sigo preguntando a veces qué habría sido de mí si no llego a cruzarme contigo, quién me quitaría bragas de esa manera, quién le echaría anchoas a la ensalada de pasta, quién me habría enseñado a comer roquefort y a doblar la ropa cuando me la quito, quién bajaría las persianas del salón.

18/6/09

Flequillo raro

La auxiliar de la clínica dental habla por teléfono como si se estuviera corriendo todo el rato. Acabo de llamar para confirmar la hora y me ha dado hasta apuro, parecía que la interrumpía de algo maravilloso.

—Hummm, a ver, ¿me dice su nombre?, argggg.
—Claro, Pitita Ridruejo.
—Uhhhhh, sí, a las diez y cuarto, hummmm.
—Ah, ok, pensaba que era a las doce y cuarto.
—Uhhh, no, a las diez y cuarto. Pitita Ridruejo, sí, sí, aquí te tengo, hummm. Diez y cuarto.

Así que nada. Voy a tomarme alguna droga para los nervios y me voy a mi cita, con este flequillo raro que luzco hoy, que, por cierto, ayer era maravilloso, glamouroso, estiloso, modennno y hoy, hoy, hoy, hoy es una marabunta de pelos electrificaos. Me cago en las peluqueras.

11/6/09

Gritos

Perdón por volver tan pronto. Pero el pecho me revienta. Yo me reviento.

Supongo que lo de no poder parar de llorar amargamente no tiene solución hasta que no se me pase la melopea.

Me siento como un alga en mitad del océano. Sola, con vaivenes, verde, arropada, fresca, ligera, sola, rodeada, porosa, lejos, sola, cerca, sola, natural, sola, de plástico, sola, querida. Mareada.

Pero así, tan irreal, tan alcoholizada, veo las cosas más como son. Veo la verdad. Distingo a los fantasmas, los parallel thinkings (que en mi caso serían endless thinkings), las formas, las apariencias, las cuevas platonianas, las hostias en verso.

Creo que me merezco más. Y puede que ése sea mi gran error.
Es cierto, dijo melancólicamente el hombre, sin quitar la vista de las llamas que ardían en la chimenea aquella noche de invierno-; en el Paraíso hay amigos, música, algunos libros; lo único malo de irse al Cielo es que allí el cielo no se ve.


Augusto Monterroso, El paraíso imperfecto

9/6/09

Humedad

Odio ir a la peluquería y al dentista, y esta semana tengo limpieza bucal y corte de pelo. Estoy cansada de oír a mi madre decir que llevo la melena de María Magdalena y que, como siga fumando a este ritmo, se me va a poner la boca negra.

Sigo sin recibir esas noticias tan deseadas. Pero sigo imaginando futuribles cada vez que me acuesto.

Anoche volví a soñar con el cabrón de los ojos azules que huele a ron añejo. Hacía mucho tiempo que no me ocurría. Puaj.

Estoy deseando volver a volar. Y follar de nuevo en aquel probador que olía a humedad.

5/6/09

Que la fuerza me acompañe

No he tenido un día especialmente divertido, tampoco optimista, ni siquiera ameno. No, ha sido un jueves pálido, lánguido, con algunos sinsabores y una sepia a la plancha más dura que la cara de algunos.

No tengo fuerzas ahora mismo. Huelo a aceite de coco, pero sólo por fuera. Por dentro debo de estar medio podrida, de tanto tabaco y tanto pensamiento oscuro.

Ganas estúpidas de llorar. El señor que vive conmigo ha intentado, vanamente, hacerme reír en varias ocasiones. La perra que vive conmigo me ha clavado un diente en la uña del pulgar, separándola de la piel. He aúllado de dolor, y también para decirle en su idioma que era una cabrona.

Mañana será otro día. Casi con toda probabilidad, viernes.