27/1/11

Borrador 20/06/09

He soñado con una gran barbacoa de corazones a la plancha y salsa de chocolate. También con una competición por el amor de un hombre. Las enamoradas, ataviadas con lujosas túnicas, han (hemos) recorrido sendas tortuosas a lomos de caballos de crines infinitas. La ganadora, una tal O. Sullivan, se ha encaramado por una alambrada para llegar a lo más alto de una cima, ya de noche, donde ha proclamado su victoria agitando los brazos y gritando. Le arrebato la fina tela que cubre su cara y descubro debajo la tez morena de un hombre árabe. ¡Dios mío! ¿A M. le van los tíos? No es posible -me digo-. No es posible.

O. Sullivan, el gran amor del príncipe de este sueño -y de tantos otros-, es un hombre.

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